lo mismo que aquí y en todas partes desde 1789
Yo sigo una televisión chavista, que se ve aquí, en Alicante gracias a la televisión socialista andaluza que ha cedido uno de sus dos canales.
Es algo fascinante, porque estoy viendo en vivo como el culto a la personalidad, la paranoia socialista y las purgas consiguientes se desarrollan poco a poco en un proceso revolucionario.
La cuestión es que el socialismo y en general la ilusión de una ingeniería social es inviable. No puedes regular los precios sin provocar desabastecimiento, ni planificar la economía a golpe de ordeno y mando, porque la asignación de recursos para hacer que o cual cosa no se puede hacer desde un lugar centralizado. Como tampoco un nación se puede "construir" ni la mujer puede ser "liberada" etc.
Pero el socialista cree sinceramente que ese tipo de medidas son la solución. Y esa sinceridad la puedo comprobar por las caras ilusionadas de muchas revolucionarios. Lo creen sea porque cuando jugaba a los soldaditos, éstos hacían exactamente lo que él les ordenaba y los soldaditos no pasaban hambre o sea porque trabaja en un instituto científico de alta planificación burocrática y todos le pelotean o sea porque vive en una misión donde los 45 monjes producen unas lechugas estupendas o sea por cualquier razón. En todo caso lo creen.
Pero sus recetas llevan a un choque directo con la realidad de las cosas y de las personas. Así que la realidad misma es la que conspira contra los socialistas.
Pero eso el socialista no lo ve, por tanto por fuerza alguien tiene que conspirar voluntariamente contra ellos. Alguien que roba los suministros y para las fabricas. Tienen que ser saboteadores. Los manifestantes son la cara visible de esa conspiración, por tanto, como están animados por saboteadores, no pueden manifestarse por estar hambrientos y querer libertad sino que tienen que estar bien alimentados y pagados por los saboteadores, que son tan buenos en su labor que por fuerza tienen que estar organizados y pagados desde fuera. Por eso la izquierda pinta a los descontentos como sus gemelos opuestos, como revolucionarios organizados
Por eso en el socialista y en general todo iluso hay una mentalidad conspirativa y piensa, ante los sucesivos fracasos de sus recetas ilusas, que la conspiración es el motor de la historia, porque toma la realidad, contra la que choca, como una conspiración. Y, como es lógico, el socialista conspira, porque la conspiración es la forma que la política toma en la mentalidad ilusoria de los socialistas. En realidad el revolucionario se ve a si mismo como la imagen espejo de la conspiración que imagina contra si mismo.
Sin eso no se pueden comprender muchas cosas.