The atheist denies God not for God itself, but for what It implies of creation and order. In denying God, the atheist is denying the current order of things. It is absurd to spend time accepting or denying something that does nothing. The atheist wants to deny God because it is the cause of the current human order. Because he believes that there is a better one.
This order of humanity for thousand of years , the atheist thinks, is not a creation of God, as a consequence of God-created human nature, but an artificial result of the belief on It. To justify the existence of another better reachable order, the atheist invent a mythological, imaginary Golden Age in the past and an utopic future in which the atheism will return and perfect the golden age, when the actual order will be destroyed (Another world is possible). This hope in the transformation of this reality to a perfect reality, which includes a new man, is what impels it to deny God. The transformed superman of the future, of which he is an early model, is divinized. Whoever know Gnosticism, will recognize the pattern of a gnostic sect in atheism.
Therefore, the atheist is full of hate to the current order of things, but it is a hate based on a superiority complex over the ordinary people. They live in the jail of a perverted reality created by false belief in God and they are ignorant that don´t know and don´t want to know. He is also in the jail, but he knows it. Therefore, he feels superior, sanctified by himself and carrier of a holy revolutionary mission that since is based on an imaginary post-revolutionary reality, ends up in disaster and misery for himself and for the society. This blind hope is what distinguish the active and revolutionary character of the atheist from the passive, nihilistic agnosticism.
Me parecen muy acertados sus comentarios. El odio de los ateos no sería explicable si se tratase solo de negar la existencia de algo; nadie se enfada negando la existencia del Gran Pajandrum Verde, del hombre del saco, o del ratoncito de los dientes. Lo que les molesta son las consecuencias de la creencia en Dios, y por eso en sus experimentos de ingeniería social deben primero extirparla, para crear "el hombre nuevo".
ResponderEliminarPero creo que falta un matiz: deístas y ateos son ambos creyentes, unos en la existencia y los otros en la no existencia de Dios; ninguna de las dos cosas puede probarse científicamente, aunque tanto unos como otros lo afirmen a veces. Los agnósticos no tienen por que ser pasivos o nihilistas; no se pronuncian sobre aquello que no puede demostrarse y son respetuosos con ambas creencias. Al final, la fe se siente en el corazón, no se descubre en el cerebro
Con la "pequeña" diferencia de que la no existencia de algo es imposible de probar. Y la existencia de Dios por supuesto que puede probarse, como la existencia de cualquier otra cosa. Simplemente hay que encontrarla. No se "cree" en la no existencia de Dios. No es una creencia, es simplemente la única postura lógica en vista de la ausencia de pruebas por mínimas que sean.
ResponderEliminarAcusar al contendiente dialéctico de "odio" es un recurso muy poco elegante, sobre todo cuando implícitamente se generaliza.
ResponderEliminarCierto que se observan también muy malos modos en muchos ateos, y a menudo tenemos que avergonzarnos por nuestros "correligionarios".
Ello no quita para que muchos ateos nos interesemos por la religión mucho más que el promedio de sus creyentes, no odiemos a dioses en los que no creemos (imposible metafísico) ni a los creyentes, doctrinos, adeptos, apologetas y acólitos de todo pelaje. Simplemente discrepamos de sus posturas. Aunque a veces también nos enfadamos justamente, como ocurre cuando intentan privar a nuestras mujeres del derecho a decidir sobre su cuerpo.
Incluso estamos dispuestos a admitir que la religión crea orden social y consolida la convivencia y el respeto por las leyes. Pero en este sentido compartimos la sospecha del doctor Freud: si la cohesión social se basa en la observancia religiosa, cuando la fe de las masas se tambalea emergerán los impulsos asociales del inconsciente, de la bestia que llevamos dentro.
¿Nadie asocia la corrupción rampante y la pérdida de fibra moral de nuestra sociedad con ese enorme porcentaje de gentes que se dicen "creyentes y no practicantes"? A fin de cuentas, los ateos estamos en España en torno al 5 por ciento de la población. Estadísticamente estamos en la insignificancia. Y el "capo di tutti capi" Pujol, según cuenta Jiménez Losantos, empezó su carrera política como líder del grupo "Crist i Catalunya".
Y acerca de los comentarios: no somos creyentes en la inexistencia de Dios. Siguiendo al antedicho Freud, sospechamos de una figura divina tan parecida en todas las culturas a la figura paterna. Entre otros argumentos. Piensa el creyente que todos son de su condición ...