partitodictadura
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... la soberanía reside en los líderes de los partidos políticos, que podrán nombrar tantos peones en los órganos de decisión como votos obtenga el partido dirigido por éstos.
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Así como la falta de competencia en la televisión degenera en la televisión generalista y ésta en la telebasura –que es el mínimo común denominador morboso de sexo, violencia y escándalos que maximiza la audiencia– la supresión de las ideas políticas diferentes a las de los líderes genera una degeneración de la política hacia su propio mínimo común denominador, que maximiza el número de votos. Esa degeneración suele incluir elementos que estimulan la identificación tribal con el líder, la demonización del adversario y la proclamación de que la victoria del líder traerá el cielo del buenismo patológico a la tierra. Si el momento de ver la tele es el momento de dejarse llevar por lo más bajo, el momento de votar en la partitodictadura es una orgía de los sentimentalismos más atávicos y regresivos disfrazados de progreso, evocados por el líder y por el marketing de cortesanos y favoritos.
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