Occidente, desde Aristóteles y Santo Tomás, está fundado sobre los principios de realidad –las cosas son lo que parecen– y de practicidad –las cosas adquieren carta de naturaleza cuando funcionan. El contacto constante con la realidad de las cosas es lo que ha permitido al europeo, en expresión previa a la dictadura actual, dominar la naturaleza en lugar de mistificarla de acuerdo con los dictados de un gurú o en virtud de idealismos con apariencia racional. Esto segundo es la fatalidad del sectario.
Si en la guerra la primera víctima es la verdad, en la guerra ideológica del sectario, la mentira es el arma por excelencia. Y el apoyo de los suyos debe ser absoluto. En ellos, la objetividad es equivalente a la traición. Por eso cuando un manipulador, embrutecido por sus propias invenciones, llega a justificar la propiedad estatal de la energía eléctrica basándose en... bueno, léanlo, sabe que no va a tener ninguna objeción de su lado. Cuando los sectarios hacen ruido no es porque se crean que defienden la verdad, sino precisamente porque saben que es mentira.
Para esa facción sectaria, la realidad es una apariencia sólo explicable si se aplica su ideología. Es lógico por tanto que odien a Occidente. O bien lo que aparece como realidad es una construcción cultural o un producto de la superestructura de la clase dirigente o un efecto de la opresión de los países ricos o de la represión machista u homófoba o religiosa o capitalista o todo a la vez.
Dado que la realidad es sólo una apariencia, lo lógico es actuar sobre nuestra percepción. El que está infeliz bajo el régimen perfecto del sectario, lo está porque tiene la percepción incorrecta. No es necesario mejorar las condiciones objetivas de vida, sino modificar nuestra visión de las cosas. La falta de libertad es protección de nuevos derechos. El paro se convierte en ocio. El creciente atraso es igualdad. La escasez, en respeto por el medio ambiente. La estafa es transformación social. El robo estatal es solidaridad. Resulta además fundamental la promoción de satisfacciones estupidificantes como el sexo gratuito y la telebasura, para ridiculizan y embotar el sentido crítico y los valores sancionados por siglos de experiencia a partir del principio de realidad. Es un régimen en el que la propaganda y una educación totalitaria son centrales en la acción política.
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http://www.libertaddigital.com/opinion/alberto-gomez-corona/la-catastrofe-habitual-54664/
jueves, 6 de mayo de 2010
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Estimado crítico del sexo gratuito,
ResponderEliminarHa tenido vd. sus Dos Minutos de Odio:
http://dosminutos.neoprogs.com/2010/05/el-sexo-gratuito-como-satisfaccion-estupidificante/
Saludos "estupidificantes"
Pues vaya noticia. Ya estoy harto de salir en sitios de tercera. Avisame cuando salga en el Pravda o en el Panfleto, pero hijo, no me manches la pagina para decirme que he salido en tu chiringuito, anda.
ResponderEliminarMW
Debeis de ser unos pajilleros que buscais en Google la palabra sexo. Iros a cascárosla a otra parte.
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