Ya está otra vez el comisariado político de la mujer a la carga. Esta vez quejándose de que las mujeres dedican demasiado tiempo a las redes sociales y menos a visitar páginas profesionales. Resulta difícil describir con palabras la sensación que me produce este tipo de cacicadas. Al menos una dictadura ejerce violencia contra la cual está legitimada la rebelión, pero la perspectiva de un batallón de inanes (e inanas) organizando saraos con nuestro dinero donde dicen constantemente cómo debemos comportarnos, no deja más que una sensación de impotencia y frustración. Pero estas campañas no están carentes de sentido, porque su objetivo es socavar y destruir el sentido común, que es aquello que hace hasta al último ciudadano sentirse con la misma capacidad para decidir por sí mismo que el primero de los ministros. Destruyendo el sentido común lo que se obtiene es una dictadura incruenta, porque se es dueño del sentido de las cosas.
Contra ese ataque peligrosísimo no queda otra que restaurar ese sentido común apoyándose en consideraciones profundas, áridas y aburridas, que necesitarían su extensión, pero aquí van unas pocas que son aplicables al caso:
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Hay datos que indican que no hay igualdad como pueden ser diferencia en el promedio de estatura y tambien en el promedio del tamaño cerebral
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