Voy a a hablar de una de las instituciones mas nefastas de Occidente: el corresponsal. Se supone que un corresponsal va a ser objetivo aunque viva en medio de un régimen dictatorial. Su cara bonita aparece en los telediarios en medio de energúmenos, su firma aparece en la cronicas de periodicos que leen las dictaduras y la insititucion periodistica, contra toda lógica y contra la noción mas mínima de sentido común, siguen pensando que son objetivos. La supuesta deontología periodistica está tan alejada de la realidad como la economía socialista. Hace tiempo, antes de que existiera el vedettismo periodístico, se utilizaba la expresión "fuentes habitualmente bien informadas" para referirse a fuentes de información que, para garantizar su integridad i.e. su objetividad, se mantenían en el anonimato. La credibilidad de la fuente dependia de la credibilidad del medio que la utilizaba, no de la cantidad de gestos ni tics afectados que el plumifero exhibiera en la televisión. Ahora las fuentes al parecer son mas valientes, porque aparecen con su firma y escriben bestseller salen en entrevistas y abogan a favor de los terroristas. Qué valientes.
Porque el sentido común de ocultar las fuentes en el terreno se ha perdido con la basura del nuevo periodismo. El nuevo periodista-corresponsal, que es o quiere ser, al mismo tiempo, novelista-autor-estrella, que oficia en esa nueva división del show-business político llamada "información", es en esencia un vendedor de cuentos que compatibiliza a la perfección un pacto de no agresión con terroristas y una demagogia desmelenada en sus crónicas revestida de gestos de objetividad: entrecejo fruncido, descripción de rigurosa de hechos cuidadosamente seleccionados, comentarios subjetivos a lo nuevo periodismo, elucubraciones demagógicas del agrado de al menos el 51% de la audiencia etc. Da asco asomarse a los periodicos antisemitas y a la basurienta televisión y tener que aguantar las crónicas de esos mamones sin escrúpulos y a sus no menos despreciables jefes.
Porque el sentido común de ocultar las fuentes en el terreno se ha perdido con la basura del nuevo periodismo. El nuevo periodista-corresponsal, que es o quiere ser, al mismo tiempo, novelista-autor-estrella, que oficia en esa nueva división del show-business político llamada "información", es en esencia un vendedor de cuentos que compatibiliza a la perfección un pacto de no agresión con terroristas y una demagogia desmelenada en sus crónicas revestida de gestos de objetividad: entrecejo fruncido, descripción de rigurosa de hechos cuidadosamente seleccionados, comentarios subjetivos a lo nuevo periodismo, elucubraciones demagógicas del agrado de al menos el 51% de la audiencia etc. Da asco asomarse a los periodicos antisemitas y a la basurienta televisión y tener que aguantar las crónicas de esos mamones sin escrúpulos y a sus no menos despreciables jefes.
Pero ¿qué dices? ¿Lees tus artículos antes de darle a "publicar"?
ResponderEliminarTienes más razón que un santo. Hace tiempo que tengo comprobado que el antiamericanismo, antisemitismo y antioccidentalismo es la enfermedad profesional del corresponsal. Y si encima es la viuda de un corresponsal, ya no te digo nada.
ResponderEliminar