Es también inmoral una ley del suelo, como la española, que mantiene el metro cuadrado de desierto más caro del mundo, gracias a que concede a los ayuntamientos poderes casi soviéticos de planificación sobre propiedades y precios. Con ello se mantiene la peor de las plagas inmorales del país: un cacicazgo de politicuchos, chorizos conseguidores, concejales de urbanismo, jueces y periodistas corruptos y demás amiguetes. Es inmoral que un pueblo, el español, esté de acuerdo en mantener esa ley por razones tan obtusas como: "Es que mi casa se ha revalorizao una barbaridad".
Gran parte de lo anterior es consecuencia de la pereza intelectual que lleva a una forma de egoísmo cegato y cómodo que consiste en sólo querer darse cuenta de lo que uno ve y le interesa en cada momento y no en lo que interesa a uno mismo y a todos a largo plazo. Eso es inmoral. Es pereza de ese tipo, y es inmoral, el buscar lo más barato como comprador y poco después, como trabajador, creer que uno tiene derecho a aumentos de sueldo automáticos, independientemente de cómo vaya la empresa. Por lo mismo es inmoral no querer tener hijos y al mismo tiempo creer que uno tiene derecho a jubilación pagada por las futuras generaciones.
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