lunes, 8 de junio de 2009

Eurabia de los feudos



Del provincianismo más rancio al universalismo utópico hay sólo un paso. Al hombre de hoy le cuesta ubicarse en la sociedad y en la historia. Ni la primera tiene vida propia ni la segunda sigue un curso inexorable, pero nuestra mente, que busca finalidad y sentido en todas las cosas, tiene un sesgo favorable a atribuírselas.

Europa no es más que la suma de sus partes, ni puede serlo. Es de su diversidad de lo que saca su riqueza, y esta se expresa en el mercado. La homogeneización burocrático-política de la Unión Europea, que mata esa diversidad, responde al anhelo humano de simplificar un universo social que nos viene demasiado grande. La única fórmula que funciona es el liberalismo, pero despierta temor porque traslada la responsabilidad a los individuos, muchos de los cuales prefieren vivir dentro de un rebaño doméstico bajo la protección de algún pastor local, cacique posmoderno que a su vez pertenezca a alguna coalición de identidades supranacional.

Cuanto más pequeña es la tribu de la que nos sintamos parte, más manejable y más comprensible será para nosotros, y más unida estará y, sin embargo, será más cerrada, más contraria a cuanto le rodea realmente, más belicosa. Para contrarrestar esa tendencia a levantar fronteras y a generar conflictos que en el fondo tanto nos incomoda, algunos prefieren elevar de lo particular a lo universal sus anhelos de contacto. Se sienten ciudadanos del mundo y de su minúsculo terruño. Son etnocentristas universalistas. Pasan del provincianismo más rancio al universalismo utópico.

Quieren combinar el internacionalismo del socialismo con el chauvinismo del nacionalismo. Son tanto por una como por la otra cosa una gran estafa y, sin embargo, prosperan, porque dan satisfacción a dos demandas de nuestra naturaleza:

1.-La de formar parte de una familia social de dimensiones abarcables con la mente, que nace por oposición al grupo inmediatamente más amplio.

2.-La de expresar la humanidad, entendiendo por esta los sentimientos altruistas y de comunión mística con los congéneres que va más allá de aquellos que por genes o cercanía geográfica nos son más propios.

Cuanto más fuertemente se una Europa, políticamente, mayor será la tendencia a la disgregación y a los particularismos. Más burocracia y más estatismo traerán más pobreza, y más pobreza traerá más basureros regionalistas y demagogos que barran para “sus” casas, unas casas cada vez más pequeñas, frías, sucias y míseras.

Lo que ahora es la “Europa de los pueblos”, a juicio de algunos, terminará por ser la Eurabia de los Feudos, cuando el universalismo de la ummah impere y las tribus peleen por los despojos de lo que fue una civilización próspera.

5 comentarios:

  1. Otro que no se enteró de que quienes inicialmente fomentaron el nacionalismo fueron justamente... ¡los liberales!

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  2. Otro que ha leído dos cosas y se cree que es un gran sabio...

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  3. Ya sois dos, Germánico, ya sois dos.

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  4. Corrijo tu errata: dónde dices "sois" tenías que haber puesto "somos".

    Yo soy un necio plenamente consciente de su condición. Pero al menos tengo esa sólida base sobre la que asentar mi escaso conocimiento.

    Y ahora, si te parece, podrías aportar algún argumento o alguna idea que entre en contradicción lógica con lo que digo en el post, en lugar de pretender insultar, sin éxito.

    Demócrito....je

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  5. He entrado en tu blog con mucho interés, por el apodo, más que nada, y saltando un par de entradas de tu colaborador, que no voy a valorar, he podido leer una de tus joyas.

    Compruebo que eres uno de esos progres especiosos e inanes con ínfulas. Seguramente amigüito de Lüzbel y otros resentidillos intelecssstuales pedantuelos que pueblan la blogosfera...

    Viniendo de ti, sinceramente, todo insulto es un halago.

    Besitos políticamente correctos.

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