El registro arqueológico de la Prehistoria es escaso. Lo es, al menos, para proporcionar una información detallada de mentes y comportamientos de nuestros lejanos ancestros. Una manera de aproximarse a lo que podían pensar y sentir los hombres de la Edad de Piedra es analizando sus objetos, y dentro de ellos sus herramientas, con una evidente función, y por tanto una correlativa cognición. La arqueología cognitiva es un nuevo campo científico, que hace un nuevo y distinto uso de estas herramientas: interpretar la mente de sus autores y tratar de trazar la ruta seguida por la mente humana desde sus orígenes hominidos y prehistóricos hasta personalidades e individualidades históricas, capaces de escribir obras literarias, componer sinfonías, dirigir ejércitos o poner las primeras piedras de las religiones.
A la luz de los descubrimientos arqueológicos se cree que los útiles de nuestros antepasados fueron piedras poco elaboradas durante casi 2 millones de años, desde el homo habilis. A pesar de que se dieron algunas mejoras, aparentemente hasta la llegada del homo sapiens, del hombre moderno, no se dio una verdadera revolución en las herramientas, y cabe suponer por tanto una verdadera revolución cognitiva, un nacimiento de la mente moderna.
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