Frank ha muerto. Murió a eso de las 2 y media de la madrugada, ayer, en el Hospital en el que estaba ingresado desde hace ya tiempo, a sus 39 años de edad. Para quien lea esto Frank es solamente un nombre. Los nombres propios, como dice Pinker en su Mundo de las Palabras, son formas que tenemos de anclar las palabras a una realidad concreta, generalmente a la más concreta y la más real de las realidades: el ser consciente y autoconsciente, por ello sólo merecedor de la etiqueta genérica homo sapiens sapiens. Esa realidad que yo conocía y que se llamaba Frank ha dejado de existir como tal. Lo que queda, no por mucho tiempo, ya no merece llamarse así. Un melanoma ha acabado con su vida y ha desintegrado su identidad, una identidad de la que sólo quedan fragmentos en la mente de quienes le conocimos.
El cáncer es una hidra de mil cabezas. Son múltiples enfermedades bajo una única denominación, por tener un tronco común. Ataca desde el interior al organismo y al individuo que adquiere sentido a través del organismo. Ni la lucha ni la huída sirven para escapar de/ o derrotar a ese alien, que nos devora desde dentro. Es, en verdad, un cuerpo extraño, pero surge de la interacción de nuestros genes con el entorno, poniendo de manifiesto la fragilidad de ese equilibrio imperfecto y milagroso de la vida. Durante millones de años, la selección natural ha moldeado el barro primigenio, convirtiendo una roca flotante en el espacio, sujeta a las inexorables fuerzas de la física, en la exuberante diosa Gaia, vibrante, diversa, compleja, llena de vida.
Comprender el cáncer a la luz de la evolución es lo que se propuso hace tiempo Mel Greaves, Oncólogo británico especializado en el tratamiento de la leucemia infantil. Su obra imprescindible Cáncer, el Legado Evolutivo fue el resultado de su afán de aclarar las ideas acerca de lo que representa el cáncer históricamente, desde la perspectiva necesaria de la necesidad, de la Historia Natural. La historia de estas enfermedades que caen bajo la genérica denominación de cáncer, nos dice mucho de la historia de la especie. Los modos de morir nos sugieren nociones importantes para entender los modos de vivir, y de sobrevivir a lo largo de las generaciones. En nuestro genoma están muchas de las claves para entender la enfermedad. Es, de hecho, la expresión de esos genes en el desarrollo vital del organismo lo que lleva al cáncer. Así, ambiente y genética tienen su importancia, aunque del primero sean más evitables los riesgos, por ello de que vienen de fuera.
Agradezco a Alberto la traducción de las preguntas y a Marzo la de las respuestas, y dedico esta entrevista a mi amigo Frank, que ya no está con nosotros, los que le conocíamos y apreciábamos sinceramente.
La entrevista la tienen en la Nueva Ilustración Evolucionista.
Recuerdo tu post antiguo y su foto ...descanse en paz ...dia triste .
ResponderEliminarTambién recordaba ese post tan emotivo. Pobre Frank.
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