Un tal alberto Gömez escribe en una tal Libertad digital sobre las complejidades variopintas del risotear humano ya viniere el carcajeado del inocente chiste o del grave resbalón con peladura de musa paradisiaca. El escrito dice de aquesta guisa:
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El humor más primitivo es el de aquel señor que se resbala con un plátano y un maleducado o un niño lo ve y se "parte" con una risa estruendosa mientras señala con el dedo. La risa tiene como finalidad más básica y primitiva el señalar a los demás la evidencia de la inferioridad de otro. Esa intención ineducada e inconsciente de "machacar" se puede observar cuando, con una falsa educación, se intenta "vacilar" a alguien, a menudo de una forma agresiva. El límite de la risa y por tanto de ese intento de desprestigio está en la cercanía y la compasión. No es lo mismo que se caiga el tío Antonio, al que tanto queremos, que se caiga Chaplin en la tele.
Ahora bien, desacreditar a alguien también significa "no es una amenaza". De esta forma, el humor como herramienta ofensiva pasa a ser una herramienta de socialización. Haciendo bromas a costa de uno mismo se puede "romper el hielo" y ser aceptado por los demás, de manera que el humor sirve para deshacer las tensiones, lo cual es vital para la comunicación.
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