Nuestro cerebro debe obtener a partir de la muestra que representa la información disponible en el ambiente circundante un conocimiento aproximado del mundo. Para ello es necesario abstraer de los objetos inanimados y en especial de los seres vivos, sus características fundamentales. Dado que la prioridad ha sido y es la supervivencia, lo primero que debiéramos aprehender de objetos y sujetos es su potencial para hacernos daño o procurarnos satisfacción. Pero antes de apreciar estas cualidades se requiere tener un conocimiento previo de otras de índole físico. Así, en el cerebro, se procesa la información visual del movimiento separadamente de la de la forma o el color. El movimiento a nuestro alrededor puede deberse a fuerzas físicas, como el viento que empuja una hoja, o biológicas, y tenemos que distinguir muy bien los movimientos intencionados, encaminados a un fin, de los puramente aleatorios, pero, primero, tenemos que distinguir claramente los movimientos, puesto que todos ellos son oportunidades que pasan o peligros que pueden sobrevenir.
En la Nueva Ilustración Evolucionista.
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