El sueño continúa siendo un misterio para la neurociencia, que no ha penetrado más que sus capas más externas, a través de los electroencefalogramas, la observación de los durmientes y alguna que otra hipótesis aparentemente plausible. Como tal no es un fenómeno exclusivo de nuestra especie, pero cabe suponer que las historias relativamente coherentes durante las ensoñaciones solamente se den en nosotros, seres históricos y dotadores de significado. Para Gazzaniga los disparos relativamente aleatorios de las neuronas durante el sueño crean imágenes mentales a las que el intérprete dota de sentido. El intérprete es un peculiar homúnculo que Gazzaniga se inventó tras estudiar las percepciones y los comportamientos de personas que tenían el cerebro dividido. Nuestro yo lingüistico, que normalmente reside en el hemisferio izquierdo del cerebro, atribuye a cada circunstancia y cada acaecer de nuestra vida un significado. Trata de dotar de coherencia nuestros actos y lo que nos sucede, de situarlos en un contexto ordenado, de estructurar nuestra realidad. Así, si por medio de un hábil experimento se logra que el hemisferio derecho del cerebro haga algo de lo que el izquierdo no tenga noticia (que la mano derecha no sepa lo que ha hecho la izquierda), cosa que hizo Gazzaniga a los pacientes que tenían cortada la comunicación entre ambos hemisferios, al tener cortada la vía del cuerpo calloso, se observa con estupor cómo el yo lingüistico da una razón, la que sea, para explicar el comportamiento, suscitado por su par. A este procesamiento neuronal dotador de sentido llamó Gazzaniga el intérprete. Y este sería el que convertiría nuestras imágenes mentales variadas en un sueño en el que se da una historia con un mínimo orden y concierto.
martes, 29 de julio de 2008
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