Es importante tener una sensación de control sobre la propia vida. Cuando se carece de ella se experimenta ansiedad y la salud se resiente. Manejar nuestro tiempo e influir en nuestras circunstancias positivamente no es tarea fácil, y no se trata de que el medio nos ponga dificultades insalvables. Para empezar no sabemos exactamente lo que queremos. Nuestras vagas nociones de ello, que algunos convierten en certidumbres y objetivos perfectamente definidos más por carácter que por profundos y serenos autoconocimiento y convicción, no nos sirven para emprender un plan inmune al cambio.Bien es cierto que, a pesar de todo, nos vamos definiendo según caminamos por la vida, y se “va haciendo” verdad la frase de Machado, pues hacemos camino al andar. Por pura acumulación de patrones cognitivos y dada la limitada capacidad de procesamiento de información de nuestro cerebro, nos hacemos de una determinada manera, nos especializamos psicológica, social y biológicamente. Y ello a su vez nos permite tener una mayor sensación de control sobre nuestras vidas, siempre y cuando nuestra especialización sirva en alguna medida a las demandas que los demás hacen. Hay que resaltar, eso sí, que no se parte de una hoja en blanco, sino que antes al contrario venimos al mundo provistos de predisposiciones que nos orientan por un conjunto reducido de caminos. Aunque no somos esclavos de un plan que nos supere, aunque no estamos estrictamente predeterminados ni predestinados, nuestra libertad no es completa, la ejercemos a partir de unas restricciones, de unas limitaciones y de unas predisposiciones impuestas por la naturaleza. Y estas, en nuestra mente, se presentan, o quizás debiéramos decir, se ocultan, en el inconsciente.
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